Por Ramiro Cremona y Julia Ariza
02-04-2003
María Gabriela Epumer llega a esta entrevista apenas unos días después de regresar del primer Guitar Craft de mujeres, organizado por Robert Fripp en las afueras de Washington. Bien dispuesta y en forma pausada, empezamos con su relato sobre la reciente experiencia.
Guitar Craft viene de experiencias grupales, de seguidores de Gurdjeff. Tiene un trasfondo filosófico, Robert mezcló la música con la filosofía y armaron una especie de doctrina. Yo fui a un Guitar Craft, pero de mujeres, orientado a la guitarra y a la voz. Eramos 18 chicas y estuvo buenísimo, yo era la única extranjera, ellos me invitaron a que fuera y que diera clases desde mi visión y desde lo que yo hago. De todos modos es una experiencia bastante grupal, justamente es para trabajar eso. Yo aprendí de los demás, en general sacás muchas cosas positivas. Por ahí musicalmente no me traje tanto, más di. Pero sí en otras cosas aprendí, conocí gente… Para mí es una experiencia más personal o espiritual que musical, en ese grupo al menos.
¿Y cómo conciliás esto con lo que estás haciendo ahora, más ligado a la electrónica, alejado de lo que es propiamente la guitarra? Además, ¿a qué se debe esa elección? ¿Es música que te está influyendo ahora?
Siempre trato de a cada cosa sacarle provecho y, si bien es más electrónico lo que hice en Compilady, también hay guitarras. Normalmente, compongo con la guitarra y eso siempre va a estar. Señorita Corazón, que es mi primer disco, ya es bastante electrónico. Lo que pasa es que toda la vida hice canciones pop y las produje con algunos sonidos, no es que ahora que está de moda lo haga. Por ahí sí ahora me llega más porque de hecho suena más. Bueno, con Matías Mango, el tecladista, empezamos a armar el disco y salió eso. Además, justamente la idea era reversionar algunas canciones como lo veníamos haciendo en vivo, no tanto como una versión sino para que los temas parezcan remixados, cuando en realidad grabamos todo de nuevo. Había varios temas que habíamos remixado en vivo, pero pusimos esos para darle un toque diferente al disco, que no fuese sólo «me armo el cd», poner las mismas canciones…
¿Y con respecto a la versión de Melero?
La versión de Melero, como la canción de Spinetta, «Canción para los días de la vida», son canciones que yo canto en mi casa, que me gustan. La de Melero, del disco Travesti era la que más me gustaba. La tuve que cambiar de tono y… un día la estrené en vivo en algún lado y ya quedó en el repertorio..
Es el único cover que ponés en Compilady
En realidad quedaron bastantes afuera. Me gustan casi todos los que hicimos para poner, pero no entraban… Aparte quería poner videos.
Es llamativo todo el tema del diseño, la importancia que le das tanto a nivel del arte del disco, como a la vestimenta, o a la muñeca Mapu… son un agregado visual para a tu música.
Es que tengo la suerte de tener alrededor gente súper talentosa y que capta el concepto al instante. Primero con Pablo Rodríguez Jáuregui que es un videasta increíble, después con Mariela Chintalo, con la que empezamos como un juego con lo de Mapu, ella me dibujó un día y salió todo -y ya todo el mundo me llama Mapu-. Y después también con Mariano Lucano que es el que realiza y el que aporta su parte artística en la realización de las tapas, si bien por ahí eso parte de alguna idea que yo tenía, él las hace realidad.
Pero vos, ¿qué buscás al darle esa importancia?
Me re-entusiasma decir «bueno, voy a hacer un disco, a ver la tapa». Eso me encanta. Terminé el disco o estoy terminando y ya empiezo a mirar objetos. La lata de Pocketpop salió un día que estaba con Mariela por el Once, buscando un packaging, y se me ocurrió al ver las latas de pomada Washington. Con Compilady, la cuestión era que era un lanzamiento independiente por lo cual no tenía plata y tenía que hacerlo a la vez económico e ingenioso. Fui un día a comprar cd’s vírgenes y estaban las cajitas que son de Playstation, donde vienen los DVD, pregunté si tenían de colores y las reservé, en rojo. Y de ahí arranqué, además ya tenía la idea del dibujo…
La delicadeza del cartoncito de las ediciones japonesas es muy original
Sí, porque en Japón vendo discos ya hace rato, y yo sé que todos los discos tienen el lomito, y hacerlo no salía nada. Aparte tengo imprentas que me ayudan, me cobran menos… Me las ingenio para que sucedan las cosas a pesar de todo…
¿Qué pasó con el contrato de DBN?
Lo rescindí para estar más libre. Si bien ellos nunca se metieron en la parte artística… me río porque DBN en realidad es una distribuidora, que intentó ser un sello, pero no tienen ni ganas ni la estructura. Además, estás atado a sus tiempos… A mí me gusta más decidir más rápido. Soy ansiosa, quería sacar el disco antes de fin de año. Yo necesito cumplir objetivos para tener otros nuevos, sino me queda todo girando alrededor y me perturba.
Compilady se debe en parte al hecho de que tus discos no se conseguían…
Eso es verdad. Es más, yo tengo uno solo de cada uno. Me pareció bueno para estar presente con algo que resuma un poco todo lo que hice hasta ahora, con algunos detalles nuevos. En realidad ya estoy preparando y componiendo cosas para el disco nuevo, con el que no sé si llego para este año pero sí lo tendré para el próximo, seguro.
Pero ¿qué prioridad tiene para vos tu carrera solista?
Va saliendo naturalmente. Hay temporadas en que me retraigo más y compongo y me dedico sólo a tocar con Charly, me pagan, vuelvo y ahorro para poder hacer lo que quiero. Cuando uno sale a tocar tu responsabilidad es básicamente musical, y llegar a horario al avión. Cuando armás tu proyecto es todo. Hay temporadas que le doy más, ahora hay un montón de fechas programadas y además hace varios meses que no tocaba con la banda, y con Kabusacki, pero también gracias a eso hago los discos. Porque si bien me da plata mi «carrera solista» como dicen ustedes, por ahí no me alcanza para vivir, para fabricar, para hacer todo. Porque es como que me autosubsidio con mí misma todo…
¿Y cómo es ser la única sobreviviente de todas las formaciones de Charly?
Y… es cuestión de ser flexible con él, adaptarse a sus momentos, como todos. No se puede pretender que una persona sea siempre igual. Ya después de tantos años hay mucho afecto, también hay distancia, porque eso hace que la relación esté a salvo. El secreto me parece que es eso, el respeto. Para mí es un honor haberlo acompañado diez años, una persona que es un genio por más que digan lo que digan. Hay gente a la que no le gusta y eso también es válido, pero para mí es un honor.
¿Te parece que el hecho de haber tocado con tanta gente importante tiene algo que ver con una mejor o peor recepción de tu trabajo?
No sé, porque la gente me conoce mucho como la guitarrista de Charly, pero también a veces me sorprenden con un «uy, las Viudas». Todo aporta, pero en realidad la gente por ahí piensa que yo soy millonaria, que las compañías me graban los discos y no es así. La verdad es que cuesta. Creo, sin ser feminista, que las mujeres no existimos. Es decir, yo existo, y mucho, pero me hice de abajo y nunca pensé «soy una mujer y soy débil, ay», para conseguir algo. Pero realmente no hay cabida. No confían en que una mujer pueda llenar lugares. Y bueno, el público es bastante…no generalizo porque tengo mi público que me sigue, pero en general pueden llegar a ser…
Prejuiciosos.
Prejuiciosos, sí. Hace poco me di cuenta de que no hay bandas de chicas. Y de hecho hay un montón, pero no la ves en ningún lado. Hasta el día de hoy no salió un grupo como las Viudas. Pero nos criticaron a morir, especialmente los periodistas, porque llenábamos el Luna Park, porque éramos totalmente transgresoras, unas deformes. Tocábamos y cantábamos bien, pero para ellos éramos un producto. Y como la moda ahora son los ´80 nos dicen «ah, las Viudas, qué grupo», periodistas que nos mataban. No éramos un invento. Yo venía de tocar jazz, y éramos todas músicas formadas, no Mambrú.
Todo bien con los chicos que se prestan a eso, a mi no me molesta. Pero no pueden poner a Mambrú al lado de alguien que tiene una experiencia atroz atrás. Como en los premios Gardel, donde pusieron a Charly con Mambrú… A mí me indigna, la música que no es artística. Me parece que lo único que hace es perjudicar y llenar espacios donde podrían estar otros. O tendría que estar todo, pero el problema es que acá se fanatizan. Se fanatizan por la plata, finalmente. Claro, si los internan en la televisión y en la radio, al final yo también quiero cantar -canta una melodía de Mambrú-, tener el hit en mi casa, pero si repartieran un poquito para otros artistas sería bueno.
Vos esa dificultad la sentís.
Sí, pero yo estoy fuera de eso. Yo hago otro circuito, a mí me indigna por otros. Dentro de todo yo voy haciendo mis espacios. Para mí la música es un hobbie, si no no podría hacerla. No hago canciones a ver si vendo, me sale y es lo que hago y soy feliz con eso. Imagináte, estás en tu casa, te sale una canción, la grabás y hay gente que la escucha, es lo más. No importa sin son 500, 10.000 o 100 mil. Es como que estoy contenta, igual, no es que quisiera vender más. Para mi ya tener el disco es como tener un chiche… Entonces, por ahí algunos se preguntan por qué no le doy más fuerza a mi carrera, y es porque es así, yo no puedo estar estresada, no me interesaría. Ya estuve en las Viudas que fue una vorágine, no podía estar en la calle… Pero para mí el éxito es una anécdota. Lo que más me gusta es todo el proceso, elegir la tapita, grabar… y si se vende está buenísimo. Aunque no me gusta estar yendo a lugares para ver si conozco a alguien: los conozco a todos. Para mí ya está. Es como una forma de vida, hacer los discos, las canciones, grabar, juntarme con Kabusacki, los músicos. Bueno, ahora salir a tocar en vivo.
¿Te sentís parte de un movimiento de artistas latinoamericanos?
No, yo me siento argentina y no me gusta la música latina. No tengo problemas, de cerca, con Estados Unidos, más allá de mis problemas conceptuales. Pero no estoy en tensión con ellos por una cosa puntual. Y lo que sucede con la música de México, por ejemplo, los que están cerca y sufren constantemente la discriminación, es que obviamente hacen música en base a lo que viven. Y en esa música muestran los problemas todo el tiempo. Pero yo no, la verdad es que no me siento latina, me siento mucho más europea por el concepto artístico que tengo, no me gusta mezclar la música y convertirla en un panfleto. Aunque cuando voy de gira me encanta ir a escuchar músicos de salsa, el concepto que encierra todo lo latino no me gusta.
Pero más allá de «lo latino», hay músicos latinoamericanos que hacen, tal vez como vos, otro tipo de música. Javiera Parra, por ejemplo.
Ah, sí, sí, Javiera Parra me encanta. La vi cuando fuimos a Viña, por televisión, un montón de videos. Me parece super creativa, creo que está haciendo el mismo tipo de trabajo que hago yo acá, quizás ella tiene un poquito más de apoyo. Y lo que me pareció en Chile es que hay mucho apoyo a las mujeres. Ponían un video atrás de otro de chicas que cantan, increíble. Ahora que lo pienso, por ahí era un programa especial -risas-. Ahora estoy viendo la forma de distribuir en Chile, estoy en eso.
¿Y vas a salir a tocar?
Sí, esto por ahí va a tener algunas mutaciones porque tengo varias opciones de bandas. Como son lugares chicos, si te clavás con que tenés que tener batería, dos guitarras y etc. no podés tocar en ningún lado, o podés pero terminás perdiendo plata, no sé, no hay muchos espacios para tocar donde te paguen. Pero tengo distintas formaciones, aunque no vamos a hacer exactamente las versiones éstas, porque son muy de remix. Un poco lo que veníamos haciendo, más temas nuevos que ya voy a estrenar…
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